LA DUDA Y LA FE
Hoy quise consultar sobre la duda y la fe. ¿Qué es cada cosa? ¿Por qué dudamos los humanos? ¿Por qué tenemos o no tenemos fe? Pero ¿dónde se buscan estas respuestas? El ser humano no es solo humano y por eso tenemos la suerte de acceder a una sabiduría inmensa, ilimitada, que parece invisible o inalcanzable, pero que en realidad está dentro de nosotros.
Me relajé, bastante, he de decir. Para acceder a cierto conocimiento antiguo e intangible, y por lo tanto, no demostrable, necesité un tiempo y un espacio en soledad para alejarme de la mente y poder alcanzar el saber que está más allá del conocimiento intelectual. Tuve que estar un rato en silencio apartando a manotazos las ideas que se basan en lo que sé porque lo he leído o estudiado, lo que sé por experiencia y lo que sé porque otros me lo han contado. Una vez que pude separar el intelecto lo suficiente, sin tener que pedirlo vi aparecer delante de mí (aunque estaba con los ojos cerrados) una nebulosa abstracta, amorfa, que se iba transformando en una figura más reconocible. Era una mujer de rasgos orientales, con el cabello recogido, vestida de telas que parecían moverse en el aire a pesar de no haber viento alguno, y que parecía querer decirme algo. Yo sabía quién era (o eso creía), pero preferí que se presentara para hacer mis preguntas sin el mínimo prejuicio o expectativa.
Pareció que hubiera leído mi pensamiento y la figura de nebulosa exclamó: Soy Kwan Yin, estoy al servicio de la humanidad. Y antes de que pudiera hacerle mis preguntas comenzó a hablar. Aquí lo transcribo literalmente por si os ayuda en estos momentos.
Yo, Kwan Yin, ayudo a los humanos en su camino de comprensión y de perfeccionamiento de su energía, pues sois más energía que carne, aunque lo habéis olvidado, la mayoría. Si vieseis que sois como los grandes maestros del cielo, algunos de los cuales caminaron sobre la Tierra, no tendrías duda pues sabrías que, en el fondo, en lo auténtico, no existe la dualidad sino la unidad. Los miedos humanos generan la falsa sensación de división y de ruptura hasta que vuestras propias experiencias os demuestran una y otra vez que no existe tal división y volvéis al pensamiento de unidad y comunión con todo. Mientras ese largo camino se transita, cada humano tendrá en su vida miles de posibilidades para enfrentarse con la dualidad, con los extremos, y tendrá que elegir una y mil veces para llegar, de nuevo, a la claridad de que todo lo que existe es uno.
Sé que el miedo y el dolor generan la duda, y sé que, ante la duda, solo buscáis certidumbre o seguridad, no verdades. No queréis la verdad, sino la seguridad de que estáis en el camino correcto, pero ¿no veis que si estáis en el corazón solo hay un camino y la dualidad muere? ¿No veis que estando en amor todas las decisiones quedan claras como el día y elegir es fácil? Lo difícil es seleccionar unas ideas u otras cuando solo estáis en la mente, ya que la misma mente las divide en “buenas” o “malas”. Pero si lo miráis con el corazón la respuesta emana desde el corazón de la Tierra y se muestra ante vuestros ojos, y entonces la decisión es acertada y el diablo que representan la indecisión, la inseguridad o el miedo, se esfuma, pues no es real. Solo es real la idea mental de que las cosas son opuestas, pero los opuestos unidos dan la unidad, como sumar 1 y restar 1 dará siempre 0.
La neutralidad y la sabiduría no están por lo tanto en el conocimiento intelectual o en el estudio de las cosas sino en ir al propio corazón, ya que en el centro del chakra cardíaco o cuarto centro se halla la llave que contiene todas las respuestas. Por tanto, ¿dónde está la fe? La fe reside en el corazón del hombre, pero este anda perdido buscándola en la cabeza y allí no podrá encontrarla. Podrá entender la fe, explicarla o delimitarla, pero no podrá tenerla pues no se agarra con la cabeza sino con el lugar que siente, el corazón.
En los momentos de tribulación e incertidumbre, cuando estéis perdidos, ahorraos el esfuerzo de dar palos de ciego buscando fuera las respuestas para vuestra vida. Dejad a un lado la necesidad legítima de apoyo y sostenimiento que otros pueden daros, pero que siempre será parcial, temporal y a veces, interesada. Volved, en cambio, a vuestro pecho. Cerrad los ojos y colocad ambas manos en el pecho, donde de está vuestro corazón físico, en el centro del esternón y un poco hacia la izquierda. Ahí, conectad con el mundo invisible, eterno e infinito que realmente es este órgano vital. Entonces se abrirán las puertas de un hermoso lugar, con un templo o un edificio sagrado, y dentro de él, una sala acorazada de la que cada uno tiene su propia llave. Que cada uno de vosotros piense en la clave para acceder… la puerta se abrirá. Ahí se halla la sabiduría en forma de energía que responde las preguntas, aclara las dudas y borra la incertidumbre antes incluso de que podáis pronunciar una sola palabra. Las dudas son resueltas a nivel del alma, muy por encima del plano mental que utiliza la palabra y el conocimiento. La duda se disipa ante la fuerza arrolladora, innegable e imparable de la fe, y aunque no podéis explicar cómo, simplemente lo sabéis todo. Ese es el lugar donde están las respuestas. O mejor dicho, ese es el espacio sagrado donde se retiran los velos y tu alma se funde con Dios, y en ese lugar ya no existen las preguntas.
Kwan Yin canalizada por Amada Selina. Comparte respetando el texto e indicando el canal.