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CHARLANDO CON UN VIRUS

CHARLANDO CON UN VIRUS

virus
Del lat. virus ‘veneno’, ‘ponzoña’.
1.m. Organismo de estructura muy sencilla compuesto de proteínas y ácidos nucleicos, y capaz de reproducirse solo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo.

(Definición de la Real Academia de la Lengua española)

Si pudiera hablar con un coronavirus, así como hablo yo con los seres a los que canalizo, me diría algo así:

– Yo no he venido a causar daño, solo he venido a mostrar la realidad de las cosas.

La humanidad, cegada por el egocentrismo, no puede ver que hay otros más allá de su piel, y hasta que no le afecta directamente, el ser humano no se percata de que cada uno es parte de un todo cósmico o de que no puede estar bien sin afectar a otros, al igual que no puede estar mal sin trasladar su mal a los demás.
Cada día que te levantabas para ir a trabajar no dabas las gracias por el trabajo remunerado, aunque fuera muy duro, sino que solo veías tus objetivos dentro de tu empresa o de tu carrera profesional, incluso con miedo al despido. Contabas con que todo estaría ahí siempre: el autobús que te lleva, la oficina o la tienda, el café en la cantina, y la vuelta a casa esperando el fin de semana, que llegaría seguro, indiscutiblemente, para otorgarte descanso o diversión.
Dejabas las cosas realmente importantes para más adelante, para otro día, para cuando las circunstancias fueran mejores… Pues bien, creo que, como ser humano, habías dado por hecho que las cosas son inmutables en un alto porcentaje, y que nada iba a cambiar drásticamente en tu vida. Por eso, cualquier cambio siempre te pilla a contrapié, porque no asumes que, como dijo Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, es decir, la vida es constante cambio.
He venido por la mano del hombre pero de la necesidad universal de un gran cambio.
Ese cambio incluye una mayor consciencia: Yo he llegado para que te preguntes: “¿Quién soy en realidad?”
Ahora es el momento para parar, ya por obligación, y meditar sobre ti.
Pero también quiero enseñarte a mirar a los demás como iguales. Los miras como apestados por si ellos te contagian la enfermedad, pero tú no te ves como el que puede contagiar a otros, qué cosa tan curiosa…
Es tiempo de limpieza consciente. El hecho de lavarte las manos no elimina todos los gérmenes ni limpia las culpas del pasado, pero ayuda a tu inconsciente a eliminar las viejas creencias inservibles, el miedo a la oscuridad, la eterna prisa, la ambición desmedida,… ¿Cuántas cosas más elimina este gesto? Vengo a obligarte a ver lo que antes no veías: a ti mismo, a los demás y tu verdadera relación con ellos.
Además quiero mostrarte el lado hermoso de la vida. Tal vez ahora puedes valorar más cada minuto, cada hora de tu tiempo… No sabes cuánto más vas a tener que estar en casa, pero tampoco sabes si lograrás evitar que me acerque a ti, así que, solo saber que existo te ayuda (si quieres) a disfrutar cada instante, pues te pasas la vida perdiendo el tiempo, que es de lo que está hecha la existencia. 
Tal vez esta fase que acaba de comenzar pueda volver tu terca mirada que no quiere ver a todas esas personas, hermanas tuyas, que habitan lugares en el mundo donde, debido al abuso de unos pocos, no hay ni agua para beber. Ahora que puedes acercarte un poco más a ellos tal vez desarrolles tu olvidada humanidad, oculta bajo tus pequeños problemas personales y tu ropa de marca o de imitación. ¿Ves qué absurdo es todo eso que descansa en tu armario y que ahora nadie puede ver? Entonces, cuando te vistes, ¿lo haces por ti o para otros? 
Este tiempo es un regalo para la consciencia, también para que accedas a esa información real que te ocultas a ti mismo sobre el miedo. Mira qué pequeño soy y cuánto miedo me tienes, ¿lo ves? El miedo no depende del tamaño o la fuerza del enemigo, incluso unas gotas de cloro pueden conmigo, sino que el miedo es un mecanismo psicológico de defensa que carece, en muchos casos, de realismo. Y he venido a pedirte que sepas distinguir la realidad de los bulos, los dramas creados y las exageraciones de la televisión, porque el miedo te vuelve aún más vulnerable a mí. Como ves, mi intención no es oscura o no estaría contándote cómo vencerme. 
Aprovecha para ver todo lo que yo te muestro. Verdades como que la Tierra es un planeta maravilloso, y el ser humano es un niño inteligente, pero niño al fin y al cabo, lleno de ego, competitividad y egoísmo. No es una crítica, mi trabajo es mucho más sencillo con seres humanos inmaduros que con seres evolucionados, ¿a qué grupo perteneces tú? ¿Sabes diferenciar la prudencia del temor? Si aún no sabes, es el momento.
Es el momento de la solidaridad, ¿no ves que si tú te enfermas puedes ser responsable de que otros se enfermen o incluso mueran? Y no se deberá a la falta de medios, no, ¡qué va! Se deberá a la falta de generosidad, a la escasez de empatía entre los seres humanos, y ahora esa empatía y esa solidaridad se harán obligatorias, te gusten o no. 
Tu espíritu ha tenido siglos para comprender que una guerra en un lugar alejado de tu casa, tarde o temprano, te alcanzará. Parece que esta pandemia general por fin te hará consciente de que no existen las fronteras, en realidad. Ya lo ves… No podéis frenarme ni por tierra, ni por mar, ni por aire, solo la unión y la fuerza podrá hacer que me aleje de la Tierra. No tenéis poder porque no estáis unidos, y no estáis unidos porque aún veis al otro como distinto, como diferente, …como otro. Y el otro eres tú.
Mientras la humanidad siga pensando en términos de países, clases, segregación, habrá lugar para todo tipo de desastres que no podéis controlar. Si no es de una forma es de otra, pero hay un gran avance en medio de esta situación y el objetivo de esta circunstancia es mostraros dónde estáis, quiénes sois y qué sois capaces de hacer por el otro, que es una forma distinta de ti.
No quiero aburrirte, pero me gustaría que pudieras terminar este día eliminando los miedos que proceden del pensamiento que tú tienes sobre lo desconocido, sobre lo que está lejos o lo que no controlas. La realidad es que controlas bastante poco, tal vez solo a ti, pero ese dominio consciente sí hace de ti un verdadero rey: el soberano de tus instintos y tus deseos, el gestor de tus bienes y talentos, el reflejo del Creador de todas las cosas. ¿Lo ves? No somos tan diferentes. Tú y yo somos igual de interesados, y a mí solo me podrá vencer tu solidaridad unida a la del resto de los humanos. La cooperación es la única vacuna contra mí.
 

 

 

Siento el dolor que el hombre padece ante la incertidumbre, el miedo, la enfermedad o la muerte, pero contra eso tienes más armas de las que piensas escondidas bajo un montón de cosas inservibles que abarrotan tu armario y tu cabeza.
El coronavirus.