¿CÓMO ACEPTO LO QUE NO ME GUSTA?
En todos mis talleres, canalizaciones y sesiones privadas insisto en esta idea: ACEPTA. Y casi siempre recibo de vuelta la misma pregunta:
¿Aceptar es conformarse?
¿Aceptar es dejar de luchar?
¿Aceptar es renunciar a los sueños?
Rotundamente, no.
Aceptar es no discutir, no juzgar, no intentar negar lo evidente. Aceptar, para mí, implica mirar las cosas (personas, situaciones, acontecimientos, emociones…) como son, sin un ápice de oposición, crítica, juicio. Se trata de no huir de lo que hay, de no mirarlo de soslayo (de reojo) y de no intentar modificar lo que vemos, si no decirse a uno mismo: “Ok, esto es así”.
Prueba a hacerlo. Si lo logras, notarás un gran descanso, sobre todo mental, porque dejas de luchar contra la realidad, que, te guste o no, es como es. Dejar de luchar te permite guardar fuerzas para la verdadera batalla (enseguida explico a qué me refiero) y te permite ver con más neutralidad los mismos hechos. ¿Puede esto reducir tu sufrimiento? Indudablemente sí.
Por ejemplo, ¿cuántas veces has sufrido por una idea y cuando cambias de idea, sufres menos?
Si piensas que la muerte de un ser querido es injusta, sufres por la muerte y por la injusticia. Cuando piensas que “todo el mundo se muere” y lo ves como algo cotidiano e inevitable, aceptas mejor la muerte de tu ser querido y sufres sólo por la pérdida. Sufres menos.
Si piensas que la muerte de un ser querido es injusta, sufres por la muerte y por la injusticia. Cuando piensas que “todo el mundo se muere” y lo ves como algo cotidiano e inevitable, aceptas mejor la muerte de tu ser querido y sufres sólo por la pérdida. Sufres menos.
¿No lo crees? ¿Qué sientes ante la muerte de una persona de 90 años? ¿Y ante la muerte de un niño? Como ves, el hecho de la muerte (como otros hechos de la existencia humana) nos genera emociones distintas en función de nuestros pensamientos.
Los hechos que son inevitables es más sabio aceptarlos.
Pero cuando te sugiero que hagas este ejercicio nunca me refiero a dejar de lado tus derechos, ideas, opiniones, metas o sueños. Simplemente quiero decir que no te enfades cuando las cosas no son como a ti te gustan. La energía que gastas en el enfado o la ira generan distracción mental, agotamiento, enferman tus órganos vitales, estimulan más emociones negativas contra ti, contra los demás y contra la Vida, y por supuesto, te alejan de tus metas.
Pero cuando te sugiero que hagas este ejercicio nunca me refiero a dejar de lado tus derechos, ideas, opiniones, metas o sueños. Simplemente quiero decir que no te enfades cuando las cosas no son como a ti te gustan. La energía que gastas en el enfado o la ira generan distracción mental, agotamiento, enferman tus órganos vitales, estimulan más emociones negativas contra ti, contra los demás y contra la Vida, y por supuesto, te alejan de tus metas.
Si quieres lograr algo, dirígete hacia ese algo, no te distraigas con lo que te estorba en el camino. Me vendrá bien esta imagen que vi estos días en la tierra: cuando las raíces encuentras piedras en su camino, simplemente, siguen creciendo en su dirección natural dejando a un lado ese impedimento. No se pelean con la piedra, no la insultan ni intentan romperla, no le dicen a otras plantas “eh, esta piedra que hay en mi camino es malísima, y me impide seguir creciendo”. Ninguna planta hace eso. Al contrario, cuando la raíz topa con un obstáculo gira un poco su trayectoria y continúa su trayecto. ¿Es una plantita más inteligente que yo? A veces pienso que sí.
Por otra parte, cuando eliminas de ti el enfado, la ira, la idea de injusticia, el pensamiento de lucha… ¿cómo crees que vas a sentirte? Si tienes tiempo, energía y salud, dirige estas cualidades hacia tu meta. ¡No pierdas el rumbo! ¿Cuántas veces, por no aceptar, pierdes tiempo y salud? Vuelve a mirar tus objetivos:
– Si acepto esta situación que no me gusta, ¿qué he aprendido?
– Si la miro tal y como es, ¿es tan grave?
– Aunque sea tan grave, dura, difícil y horrorosa, ¿este estado emocional cambia algo?
– Si no lo cambia, ¿para qué seguir en esta emoción tan paralizante?
– ¿Qué otras emociones e ideas me ayudan frente a esta realidad que no puedo cambiar?
– Realmente, ¿es algo que no puedo cambiar?
– Si puedo modificarlo, ¿qué me detiene?
A veces no podemos, por más que queramos, tragar algo, ya sea una situación, una emoción o incluso otra persona. Yo personalmente, pido ayuda a mi equipo de Guías y Maestros Espirituales para que me den herramientas para seguir creciendo. En mi corazón están todas las respuestas. Y en tu corazón tienes todas las que tú necesitas. Mira en tu propio corazón y hallarás el camino de la aceptación.
Cuando más lo transitas, más fácil se hace, más salud recobras y más feliz eres. ¿No me crees? Pruébalo.
Respecto a la confusión entre “aceptar” y “ceder”, o tragar con todo, o dejar de ser quien uno es… es una lástima que aún se confundan estos conceptos que no tienen nada que ver. Deberías aceptar lo que no puede ser modificado, lo que no tiene vuelta atrás y lo que no está en tu mano. Pero, ¿debes renunciar a ser tú mismo/a? ¿Debes dejar de lado tus derechos? ¿Tal vez aceptar un fracaso es para ti suficiente para que no vuelvas a intentarlo?
Si las plantas hicieran eso no había vegetación en la Tierra, por tanto no había animales, y no estaríamos aquí tampoco nosotros. Tú y yo no estaríamos hablando de esto si no fuera porque cualquier plantita silvestre deja de lado las piedras y sigue su camino con una tenacidad grabada en su ADN. ¿Qué crees que traes anotado en el tuyo, si somos de la misma esencia?