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LO FEMENINO, LO MASCULINO

LO FEMENINO, LO MASCULINO

HOMBRES Y MUJERES

Hablamos de lo femenino y lo masculino y ni siquiera sabemos lo que es. Empezaré por la base, nada espiritual ni canalizado, pero real e imprescindible.

Cuando encarnamos como seres humanos elegimos el cuerpo que vamos a ser en esta vida en concreto. Elegimos el sexo biológico, niño o niña, y por lo tanto, hombre o mujer. Por más que los medios de comunicación se empeñen en hablar de género, no debemos utilizar la palabra género para evitar decir sexo, pues no se refieren a la misma realidad. Sexo es nuestra condición orgánica (masculina o femenina, macho o hembra) y género hace alusión al grupo al que pertenecemos los seres humanos de cada sexo desde un punto de vista sociocultural y no solo biológico (género masculino y género femenino). Si a nivel biológico hablamos de sexos, a nivel de preferencias o inclinaciones hablamos de heterosexualidad (nos atrae el que es del sexo contrario) y de homosexualidad (nos atrae quien es de nuestro mismo sexo). Y más allá de la tendencia o atracción, está la “erótica”, la práctica o el “ars amandi”. Estas tres realidades se mezclan en nosotros y en la vida diaria de cada uno de nosotros, y centrados en el cuerpo, en las sensaciones y las ideas o normas, olvidamos que cada lleva dentro el divino femenino y el divino masculino.

Imagen de Myriams-Fotos

A pesar de ser tan distintos por fuera y tan diferentes en nuestra vida cotidiana, todos llevamos dentro la semilla de la unidad, y cada acto nos conduce irremediablemente a un aumento de consciencia. Cada gesto, cada paso que damos como mujeres o como hombres, como homosexuales o como heterosexuales, nos hace más conscientes de nuestra unidad. Cada cosa que nos distancia en el fondo nos acerca, pues todos somos luz encarnada, todos somos sensibles y buscamos el amor, y todos, todos, somos iguales en nuestra esencia. ¿Para qué, entonces, encarnar tan diferentes y por qué buscamos en otro lo que se supone que ya tenemos? Simplemente, porque no lo vemos. Ni la mujer es la única que puede llorar ni el hombre es el único que sabe cazar. Como especie, las diferencias entre machos y hembras aumentaron cuando hubo que emplear más fuerza física. Las funciones del clan se dividieron repartiéndose la caza, el combate, la protección y, equivocadamente, el control sobre la procreación para el hombre, y el cuidado del hogar, los animales y el huerto, así como la atención a la prole, enfermos o ancianos, a la mujer. Esta división nos distanció generando falsos enemigos, haciéndonos creer que las mujeres no podían inmiscuirse en las cosas de los varones y al contrario. Por eso, aún hoy seguimos viendo en el otro a un contrincante que realiza algunos de los roles que nos gustaría vivir a nosotros pero que la sociedad dificulta y, a veces, impide. Esa diferencia hace que la sociedad haya creado una imagen de la mujer como un ser dependiente (realmente lo era, pues el hombre cazaba y solo entregaba la carne a las hembras predispuestas sexualmente) y al hombre como el proveedor de estabilidad, alimentos y bienes, que es como muchos hombres se ven todavía en la actualidad. Siglos después, con las guerras, muchas mujeres comenzaron a ocupar los puestos vacíos de los hombres cumpliendo la tarea igual, y a veces mejor. Ahí comienza el reconocimiento del poder de la mujer, cuando sale a trabajar a las fábricas, y poco después aumenta con la independencia de las mujeres para ser madres: ya no necesitamos al varón, lo cual ha hecho que muchos de ellos estén más perdidos que el barco del arroz, o, como decía mi profesor de Sexología, “en obras”.

La lucha entre los sexos va a terminar, pero no puede hacerlo si cada uno de nosotros no se reconoce como un ser completo pero sexuado en femenino o en masculino. Un cuerpo perfecto para la vida presente. Un alma viajera que ya estuvo en otros cuerpos y que ya hizo lo que ahora le hacen otros, pero que encarna en este vehículo para su misión de vida. Y que como especie humana, va a tener que ser un hombre o una mujer, sí o sí, pues todos los somos al 100%, salvo una mínima parte de los seres humanos que pertenece a lo que se conoce como “estados intersexuales” (aproximadamente el 1% de la población).

A nuestra evolución como especie se unen los usos sociales que han generado una imagen ideal pero errónea de lo que es un hombre y de lo que es una mujer. La mujer debe ser, entre otras muchas cosas: atractiva (porque el hombre es visual), callada o discreta, hacendosa, buena cocinera, madre (o no “sirve” para ser madre) y buena amante si no quiere perder a su hombre. Pero aún está extendido el pensamiento de que si la mujer es demasiado lista eclipsa al varón (nunca supe que había un concurso), si gana más que él le hace de menos (?) y si le gusta el sexo es considerada una “lanzada” o una “fresca” (significa de moral relajada, liviana, o en lenguaje vulgar, puta).

Por otra parte, el hombre lleva en su ADN, como tatuadas, varias órdenes y roles: proteger (especialmente a la delicada dama lánguida que vive en su torreón), conquistar (todo lo que pueda), batallar (¿seguimos en la época de las cruzadas?), cazar a la hembra (¿cómo puede un ser humano ser visto como una presa a la que derribar y vencer?), mantener a la prole (aunque sea porque lo dicta un juez) y desde luego, no expresar sus sentimientos o serán tachados de débiles, blandos o, en lenguaje coloquial “mariquitas” (afeminados).

El grupo tacha al hombre que llora de débil o marica y a la mujer independiente de ramera o de loca, así que ¿cómo no vamos a tener dificultades en nuestras relaciones con los demás? ¿Dónde quedó nuestra luz, nuestra esencia? Claro que nuestra biología es distinta, muy distinta, y nuestra psique también. Pensamos de modos diferentes y sentimos de modos diferentes, pero ¿cómo podemos estar más cerca sin dejar de ser quiénes somos? Diciéndonos la verdad, sobre todo a uno/a mismo/a.

La verdad es que cuando una mujer se percibe observada como un mero objeto de deseo, no se siente bien. La verdad es que el hombre está cansado de callar lo que siente y desea gritarlo, aún a riesgo de equivocarse. La verdad es que si nos miramos a los ojos somos mucho más parecidos de lo que la literatura del siglo XII nos contó, pero seguimos creyendo en cuentos de príncipes azules y princesas pálidas que esperan que un caballero en un corcel blanco las rescate de una familia controladora, un trabajo esclavizante o un matrimonio roto. Recaen sobre ambos sexos cargas antiguas que hemos de romper ya para no hacernos más daño. Digámonos la verdad para que la luz de ambas fuerzas brille en nosotros.

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Digamos: querido hombre, tienes mi respeto. Adoro tu tenacidad, aunque yo también la tengo. Me gusta que me ayudes, pero puedo vivir sin ti. Cuando estés cansado puedes parar y descansar, solo o a mi lado. Pero recuéstate y recupera el resuello. Querido hombre, cuando tú me respetas como persona te haces más atractivo a mis ojos, y cuando no me sometes, camino libremente hacia tus brazos. Si me fuerzas te odiaré, ¿no sabes que se conquista más con el respeto que con la burla o el juego? ¿Olvidas que tu luz es lo que atrae a la mía?

Digamos: querida mujer, cuando te miro presupongo que me necesitas y olvido que eres fuerte, como yo. Que puedes pedir lo que deseas y darte lo que requieres, y que cuanto más libre eres tú más valor tiene mi conquista o mi amistad. Olvidé que eres grande, capaz, y que es tu corazón el que te da el coraje para ser tú, para no depender de otros ni de otro. Querida mujer, compártete conmigo en libertad porque conquistar un alma libre demuestra mi valía y mi coraje, pero tener una mujer por la fuerza solo evidencia mi propia pobreza. Déjame que te conquiste con mis verdades, con mi sinceridad para que tú puedas también darme la tuya.

Y así, unidos por la verdad, la guerra de los sexos se dará por terminada. Comprendiendo al otro, encarnado ahora en un cuerpo del sexo opuesto, con otras necesidades, deseos y miedos, pero ahora más cerca de ti. ¡Es entonces cuando podemos ver su luz, libre ya de la presión del cuerpo y del sexo biológico! Fuera del vehículo sagrado somos iguales, y ahí nos habitan el divino femenino y el divino masculino.

EL DIVINO FEMENINO, EL DIVINO MASCULINO

La energía de la que todos procedemos es el amor puro y esa energía comprende todas las cualidades y rasgos que podríamos dividir en femeninos y masculinos. Te propongo que pienses como alma, como energía, y verás que la línea entre varón y hembra, entre azul y rosa, se queda en la Tierra y deja de pesar. Integra en ti todas las energías benévolas de Dios, el Creador de todo (perdona que no haga el matiz de “dios/diosa” en cada frase, es un rollo innecesario. La palabra amor es masculina y no se ha muerto nadie por utilizarla, al contrario, bien que nos gusta).

Te sugiero leer esta lista sintiéndola en tu corazón: Valentía, coraje, virtud, respeto, delicadeza, sensibilidad, apoyo, justicia, dulzura, integridad, honor, fuerza, verdad, unión, libertad, autocontrol, sensibilidad, generosidad, empatía, comprensión, evolución, poder, bondad, honradez, expresividad, pasión, diversión, intuición, escucha, sinceridad, flexibilidad, aceptación, lealtad, discreción, ofrecimiento, pureza… amor. Siente estas palabras una a una, pues forman parte de nuestra energía primigenia. ¿Podrías separarlas en masculinas o femeninas? Estás hecho de amor y el amor contiene ambas energías. La semillas de las cualidades que aún no has expresado por ser hombre o mujer ya están en ti en forma secreta y a la espera de ser expresadas. Hazlo para vivir de un modo más completo. Hazlo para que, desde tu cuerpo sexuado en femenino o en masculino, puedas ser lo que eres, el divino femenino y el divino masculino unidos llenando de amor un cuerpo físico, fuerte y delicado al mismo tiempo. Entonces tu cuerpo será generador de luz y totalmente irresistible, en cuerpo y alma, a cualquier mujer y a cualquier hombre.

 

LA HORA DE LA VERDAD

LA HORA DE LA VERDAD

En el momento de escribir este artículo el mundo está patas arriba porque un virus manipulado por el ser humano se ha propagado por el planeta afectando a la raza humana. Nuestras posesiones no se ven afectadas por este virus, pero sí nuestra humanidad… Tal vez habíamos olvidado qué era lo más importante en la vida y este bichito que se escapó por la ventana ha venido a mostrárnoslo.

Sí, son momentos difíciles para todos: hay y ha habido muchísimos muertos, hay decenas de miles de contagios, y para colmo, los gobiernos intentan frenar la expansión de la enfermedad impidiendo el transcurrir de la vida como lo conocíamos. A esto le añadimos el parón económico y laboral que está suponiendo en todo el mundo, así que, sí, estamos de acuerdo: la situación es grave.

Imagen de Serge Wolfgang

Aceptando este hecho, he querido ir más allá de lo obvio y atravesar el velo que nos separa de Dios y de la Verdad como energía de amor intangible. ¿Qué toca hacer ahora? Unas palabras sonaron en mi corazón: “DECIRSE LA VERDAD”

-Jolín –protesté como es habitual en mí-, ¿a qué os referís exactamente? ¿Qué le digo yo a mi gente (es así como llamo a todas las personas que seguís mi trabajo)?

Me contestaron en lenguaje de luz, que significa que ponen imágenes y emociones que yo traduzco en palabras. A veces lo hago directamente como veis en los vídeos en directo, y otras, como en este texto, me paro a sentir cada uno de sus conceptos intentando traducirlo de un modo más cuidado e inteligible (es decir, fácil de entender). Lo hago por escrito para que conste en acta, es decir, para que se mantenga accesible para cualquiera que lo necesite y para todos aquellos que gustan de leer a su ritmo. Para los más auditivos, siempre hay y habrá vídeos en mi canal YouTube.

A lo que iba… me respondieron y yo le he dado forma en este artículo.

La verdad es aquella frecuencia o estado en la que la mente mira las cosa si no las juzga. Desaparecen los juicios, críticas, opiniones, y lo que es mejor aún, desaparecen los prejuicios, ideas concebidas antes de tener ni siquiera un dato o dos.

La verdad es la honradez frente a uno mismo y frente a las cosas. Consiste en quitarse las máscaras, todas, las que sean: empezando por las de la belleza externa, las del artificio y el adorno, las de la transformación del cuerpo para gustar a otros. La verdad consiste en eliminar la creencia de que uno vale por lo que sabe, por lo que conoce. Y la verdad es, desde luego, borrar de un plumazo las ganas de agarrar las cosas materiales pensando que son una extensión del ser humano o un indicador de su valía.

Al contrario, la verdad es la desnudez. ¿Cómo nacen los niños? Desnudos frente a la vida, sin nada, vacíos, esperando que las experiencias vayan conformando tus valores y su identidad humana, que solo es un reflejo, una parte de la identidad divina.

Eso es lo que toca ahora. Desnudarse. Quitarse las máscaras frente a uno mismo, en primer lugar y decirse:-Sí, esto es lo que siento. Esto me duele, esto me martiriza y esto me quita el sueño.

Deciros, a solas, lo que sentís:

-Sí, me da rabia que tal persona no se dé cuenta de que existo. Me fastidia (usad la palabra que sintáis más adecuada: molesta, entristece, deprime, enferma, etc.) que la vida no sea como yo la esperaba. Me hace daño ver cómo yo misma/o no hago lo mejor para mí…

Deciros también lo positivo, que es verdad y no orgullo. Es momento de decirse:-Sí, me gusta mi cuerpo. Me encanta mi voz, mi cabello, mi forma de pensar, o cómo me queda la comida.

Decirse lo que es cierto sin evitarlo ni aumentarlo es un modo de acercarse al Creador, pues todo Él/Ella está hecho de verdades inalcanzables e indestructibles.

Sí, sois seres sintientes y sensibles.

Sí, podéis sufrir y gozar.

Y sí, sois bastante exagerados.

La verdad es también la neutralidad ante los hechos. La mirada objetiva sin emoción ni mente ante lo que ocurre, y el alma se acomoda a lo que es sin pena, ni lucha ni engaño. Cuando la mente se coloca a favor del viento que sopla es cuando la inteligencia sirve al alma y alineadas y unidas vosotros seréis conducidos a la verdad.

Pero la inteligencia o la mente humana se aferra a ideas del pasado remoto metidas en las células del cuerpo de modo casi inseparable. Las vivencias en otras existencias y las vidas de vuestros ancestros os han regalado unas energías que os conforman y de las que tenéis que separar, como en el campo, el trigo de la paja. Pues la verdad es decir “gracias por todo lo que hay en mí, yo me encargo de conservar lo adecuado y dejar ir lo inadecuado”.

Decirse la verdad es un doloroso ejercicio para la mente y agradable momento de amor para el alma. La sinceridad con uno mismo es una caricia amorosa y excitante en el rostro, es el roce deseado de la mano ansiada, es la comprensión pedida del alumno al profesor, y todo ello es posible con la verdad, sin depender de otros, sin necesitar a otros.

Desnudarse es de valientes. Presumís de ser guerreros y estáis en el miedo. Miedo a la causa desconocida de cuanto sucede. Miedo al qué pasará. Miedo también a si cada uno de vosotros sabrá vivir lo que le toque sin enfermarse o deprimirse, valorando que todo lo que hace lo hace lo mejor que puede. Contra el miedo, la verdad.

Así que despojaos de viejas ideas inservibles, de esquemas trasnochados que os impiden amar. Deshaceos del miedo al pasado, del pánico a repetir y repetir situaciones y traumas, pues parte del miedo a repetir es lo que lo provoca. Quitad las máscaras que os cubren y decid: sí, esto soy yo, con imperfecciones, con humor, con prisa, con desidia, con temor… Y este paso os conduce a un nivel superior de conciencia, a la auto estima y al otro.

Si quieres éxito, en cualquier terreno de tu vida, la verdad es parte del camino, pues lo que no se fundamenta en la verdad, antes o después caerá. No podéis sostener una vida en otros cimientos que no sean lo que realmente tenéis. Duraréis poco tiempo en el podio de la mentira así que, tirad la máscara, por favor, es el momento de enfrentar lo que de verdad no os gusta para ir hacia lo único real, la inmortalidad del alma hecha de amor. Por eso, solo el alma que está en amor atraerá el amor.

Os hablaremos ahora a cada uno de vosotros.

Mírate. A solas, sin prisa, sin nada en la cabeza, sin sueños ni creaciones fantásticas sobre lo que ha de ocurrir. Como si estuvieras frente al mar, saca de tus bolsillos todo lo que no es tuyo y arrójalo para que las olas se lo traguen y no te lo devuelvan jamás.

Busca en tu abrigo o en tus pantalones y en cada bolsillo encontrarás algo que arrojar hoy a las aguas azules de Gaia, que lo eliminará con su amor a ti.

Deshazte del miedo a amar, en primer lugar, que es lo que te impide ser feliz. No importa si no te corresponden, no importa si estás en pareja o solo/a, si tienes familia o no: el amor no es personal. Al contrario, amar es algo general, ilimitado, amorfo, y no requiere un objeto determinado. Amar es una actitud que transforma cada una de tus células, cada uno de tus cabellos y te hace ser más luz.

Ahora busca y tira el miedo a ser feliz, el miedo al éxito, la comparación… Arroja al agua, bien lejos, el deseo de agradar. ¿No sabes que eres maravilloso/a les gustes a otros o no? ¿Olvidaste que tienes libertad para ser quién eres? Nadie puede hacerte daño por negarte su atención o su aceptación, has de tenerla tú.

Elimina ahora la mirada puesta en lo material como solución a tus problemas. Los problemas materiales tienen soluciones materiales, pero el resto no. Nada de lo que puedas comprar llenará tu corazón vacío. Ni el agua quita el hambre ni el alimento quita la sed después de un rato. Ninguna flor sustituye a un beso y ninguna joya sustituye a una persona. Solo son imágenes deformadas en espejos de feria que te hacen creer que necesitas otras cosas cuando, en realidad, lo que necesitas es tan solo amor.

Es la hora de los valientes.

Y ya en tu desnudez, mira a los demás a los ojos y observa lo que sientes. No lo disimules, no lo temas, no te lo ocultes. Mira, observa y siente. Sea lo que sea dítelo, a ti. Así sabrás lo que te ocurre realmente. Así sabrás lo que te pasa y lo que debes hacer.

El guerrero mide el terreno, observa al enemigo y no se mueve hasta haber preparado su estrategia. Tú, que presumes de servir a la luz, imita la actuación del soldado que, antes de enfrentarse a otro, medita, descansa y prepara sus armas. Pues bien, ahora tú descansa, medita y sé valiente: tu arma es la autenticidad. El disimulo solo esconde tu deseo y, a la vez, tu miedo a la frustración.

Es el momento de alejarse de todo aquello que huele a mentira, a orgullo y falsedad. Apártate de lo ambiguo, de lo fingido, de lo oculto. Ve sin máscaras, amor en mano, a la vida, a ti mismo, a Dios… y al otro. El valiente sabrá apreciar tu entrega y honrará tu magnífico valor. Quien no vea esto que se quede al otro lado, pues no está preparado para el maravilloso tesoro de tu entrega.

Ya pasaron los tiempos de culpar a los padres, a los ancestros, a los gobiernos… a las brujas, a los dioses, a los maestros… Son los tiempos del alma adulta, la que asume sus errores y cambia su comportamiento. Es la hora de los valientes.

Descansa, guerrero, es la hora del amor.

Hecho de pedacitos de ti.

El título de una canción me recuerda el mensaje que me dieron los maestros de que todos, absolutamente todos, estamos hechos de retazos. Cada alma, extraída del corazón del Creador, se revela a través de las múltiples vidas que tenemos en distintas dimensiones. Utilizamos cuerpos y avatares diferentes, viajamos a mundos lejanos, a estrellas olvidadas, y en cada una de esas existencias, tomamos unas cosas y dejamos otras. Cada persona nos otorga un modo de tratarnos, un insulto o un piropo, alegrías o penas. Vuestros lazos familiares traen atados regalos y deudas que no sabemos, a veces, colocar en nuestra casa actual. La mente transforma cada experiencia en un posible futuro, en una profecía, y le crea a la realidad una etiqueta o una caja donde quiere guardarla. Pero el alma, como humo inaprensible que no se deja agarrar, escapa a las cárceles y a los nombres, escapa a los traumas y al pasado e intenta, en cada nueva oportunidad, sanar los errores y poner amor donde manaba el miedo. Si el alma vence, el éxito en la misión está asegurado. Si la mente, orgullosa, terca y ambiciosa, gana la lucha, el alma llorará su mala suerte y se quedará encerrada en una celda de desamor con un carcelero llamado Miedo.

Estás hecho/a de todos estos retales, de jirones de vidas pretéritas, pero con un patrón nuevo, vacío, limpio para esta nueva vida. Sin embargo, la mente te lleva a vivir otra vez con los retales viejos de los otros y de ti, y por eso se repiten las vidas y por eso se repiten el dolor y el drama. Cada amor y cada desengaño, cada éxito y cada bancarrota, cada acto de fe y cada acto de apostasía, dejan un pedazo en ti impulsándote a repetir el camino conocido. Sin embargo, si le preguntas al alma el camino adecuado, esta elige a ciegas, sin pensar, el camino perfecto del amor. Te dirá la verdad, te guste o no, te indicará en susurros delicados, qué hay más adelante en el camino y si has de tomarlo o no.

Aunque estés hecho de experiencias y sueños, de risa y de muerte, casi a partes iguales, te pido dejar de lado la mente y consultar en el templo de la verdad, tu corazón. Ahí donde no hay errores ni temores, ahí donde se encuentran la sabiduría y el consejo de los maestros más elevados, ahí donde abunda la Gracias y donde el conocimiento humano queda relegado a lo que es: un saber limitado.

Toma todos los fragmentos que te forman y pégalos con tu mirada. Une todos los trozos que tu alma perdió en las guerras, o en los partos, o en el paredón. Y con amor y confianza mira todas las piezas que te construyen y asume que tus viejos traumas entorpecen el contacto con el alma. Ahora, con esta nueva visión de ti, un humano hecho de experiencias, recuerda la verdad: también eres un alma inmutable, sabia y perfecta a la que la vida solo le afecta en positivo.

Dite la verdad aquí y ahora.

Dite: Mi luz encarna con una larga historia que asumo y que soy capaz de mejorar ahora mismo. Mi luz, eterna, venida del Creador, evoluciona con cada gesto de amor y todas mis partes se unen bajo el mandato del corazón.

Así podrás ver cada experiencia, hermosa o traumática, como la base de tu vuelo, como el trampolín para ver luz en todo y en todos. Tal vez por eso el Maestro Jesús dijo: “La verdad os hará libres”. Tal vez, ahora, tu alma pueda volar sin lastres.

CONTRA EL MIEDO

CONTRA EL MIEDO

¿Cómo concentrarse en la Luz?

Mientras escribo estoy no estoy sola y la televisión está encendida. Además, está alta para mi gusto. Pero confío tanto en las capacidades humanas, que sigo escribiendo. ¿Por qué confío en nuestras habilidades y recursos? Cuando trabajaba como formadora de alta cosmética muchas de las señoritas a las que yo formaba aseguraban que no se acordarían de las notas de una fragancia nueva. Pero, si yo les preguntaba que, si una persona que les gustaba les daba su número de teléfono y no podían apuntarlo, ¿lo recordarían? La mayoría de ellas se echaron a reír y me dijeron que sí. Confirmaban, sin saberlo, que el cerebro humano tiene memoria y atención para lo que le interesa.

Imagen de david diaz 

De modo que, a pesar de no estar sola y de estar escuchando la televisión, puedo elegir donde pongo mi atención. Tal vez no pueda con otros ruidos, por su volumen o por lo que me despiertan, pero otras distracciones puedo verlas como un “ruido blanco”, una molestia aceptable que no puede sacarme de mi concentración.

¿Por qué cuento esto? Porque el cerebro presta atención a lo que tú quieres, de modo que siempre tenemos tiempo, energía y recursos para lo que verdaderamente nos interesa. Por eso, aunque no sea el momento deseado siempre puede ser el momento ideal para conectarnos con lo que queremos, en mi caso, con la Luz que nos creó.

¿Qué hay que hacer?

No mucho. Podemos imaginar una luz que nos rodea y lo limpia todo. Podemos visualizar que atravesamos la pared y que vamos donde nos dé la gana. No es difícil, lo importante es practicar. Cuanta más práctica, más dominio. ¿Quieres crear tu forma personal de ir donde están los maestros de Luz? Pues hazlo. Puede ser una nave espacial, una puerta secreta, unas palabras mágicas o incluso sostener un amuleto en las manos, da igual, pero hazlo.

¿Con qué objetivo?

Puedes utilizar tu encuentro con espacios de Luz solo para rebajar tu ansiedad en un momento concreto. Yo lo hago a veces. También puedes imaginarte que estás en sus jardines, en sus templos o salones para consultar sobre tu cuerpo, para comprender una relación o para consultar sobre una decisión. En el día de hoy, quiero preguntarles por el miedo.

Aparto el sonido de la tele, me centro en mi interior, y veo como la luz de la que estoy hecha invade todo el cuarto. Me lleva varios minutos, pero logro verme envuelta en luz dentro de la casa, en mi barrio… sin que me afecte lo de fuera.

¿Por qué tenemos miedo?

El miedo es una solución instintiva e inteligente que los seres vivos sentimos y cuyo objetivo es protegernos del peligro. El problema es cuando la mente crea peligros que no existen o anticipan situaciones que aún no han llegado. El miedo es algo puntual basado en situaciones y/o enemigos reales, pero el ser humano elige que el temor esté permanentemente en su vida, incluso aunque no haya causa real para el miedo. Controlar las cosas nos da poder, así que, crear un enemigo imaginario y eliminarlo también con nuestra imaginación, nos parece un éxito. El desgaste de energía es tremendo, pero el control nos da seguridad y la mayoría de nosotros buscamos problemas que resolver. ¿No me crees? Observa la cantidad de juegos y pasatiempos que la humanidad ha inventado en base a esto: acertijos, adivinanzas, juegos de rescate, crucigramas, sudokus y por supuesto, el Candy Crush. Incluso hay novelas de misterio o películas de terror que nos provocan sospechas y miedos controlables.

Dicho esto, ¿qué opinan los ángeles, guías y maestros sobre nuestra forma de crear y/o enfrentar el miedo?

Me centré de nuevo obviando el ruido exterior. Cuesta, pero se puede. Solo hay que centrarse en lo que estamos haciendo… Vamos por ello.

En unos minutos percibo la arrolladora presencia de Miguel Arcángel, y a modo de escudero, el pequeño Axel, que aún sigue por esos cielos. El pequeño le mira, desde atrás, prudente y expectante, respetuoso alumno que admira al maestro. Entonces, Miguel Arcángel, gigantesco, se adelante un poco hacia a mí, me envuelve en luz de color azul y me dice, como tantas veces:

No temas. Respiro lentamente, me centro en lo que quiera decirnos, y le pido mentalmente que me hable despacio, que tengo que transcribirlo para ayudar a otras personas.

Sonríe y comienza:

El miedo es un estado irreal de la mente. En verdad, el miedo no existe. Solo existe la falta de confianza del hombre de que todo está en el lugar correcto en el momento correcto, y que todo tiene un objetivo elevadísimo que la mente humana no comprende. El miedo os aleja de la verdad, y todo el mundo sabe esto, así que lo utiliza para tu propio interés. Hacer que alguien tema algo es tenerlo controlado, limitar su propia capacidad de pensamiento y su voluntad, paralizar sus músculos y enterrar su fe.

Peo si queréis vencer en esta batalla, ni siquiera hay que luchar contra el enemigo. No hay que enfundarse en un traje metálico ni atesorar armas en casa, basta tener fe. La fe es la fuerza que funde el metal de los fusiles pues no existe el temor a nada para quien confía en que todo se produce el modo más perfecto. Entonces ya no sois manipulables, ya no sois presos, aunque lo seáis, pues la mente no puede ser apresada ni encerrada. El cuerpo sí, pero no la mente, de modo que nadie puede detener tus ideas, como nadie puede parar su amor. Solo tu propio temor te separa de la verdad y te aleja de los demás y de ti mismo, y en el fondo de ti mismo, está Dios, la Verdad absoluta. Cuando tomas la fuerza de la Verdad de las cosas, todo lo que ocurre en la Tierra obedece al tránsito entre el plan ideal del Creador y la forma de ejecutarlo de sus hijos en la Tierra. Solo es una cuestión de tiempo que el juego termine y se imponga su amor en todos los confines de la Tierra. Nosotros sabemos que será así, por eso gozamos de la espera, del tiempo no-tiempo, de la dulzura del instante presente, sin el cual no hay nada más, pues cada instante es sagrado porque conduce al siguiente. Y esa concatenación de momentos os llevará al lugar donde no existen los segundos ni los siglos, donde todo se funde en amor, sin palabras, sin realidades, sin formas.

Creed, por tanto, que cada temor os acerca al diablo y cada acto de coraje os acerca a Dios. Y cada paso solo debe enfocarse en una cosa, poner más amor aquí para que cuando todo sea amor jamás vuelva a ver dolor. La historia humana olvidará las guerras y las hambrunas y solo quedará en el universo una baja energía de lucha entre la luz y la oscuridad. Cuando tú eres luz la oscuridad da un paso atrás. No es en sí una batalla, es una pequeña actuación a sabiendas de que la luz de tu pecho aparta las sombras y de que la vibración del mundo está, en parte, en tus manos. Eres responsable de tu parte, de mirar con neutralidad cada gesto, a cada persona, y no juzgar. Eres responsable de cantar hermosas canciones y no repetir los chismes y murmuraciones. Tú eres responsable de la vibración de todo lo que te rodea.

Tal vez no puedas resolver todos los conflictos que está activos en este momento, pero sí puedes dar a otros las armas con las que contravenir el mal. Esas armas son los gestos de amor y los pensamientos de pureza de los que es capaz cada alma. La de todos.

Y nosotros os sostenemos, mantenemos el contacto con el corazón puro, con el faro interno de cada uno, con el átomo de Dios que habita a cada uno de vosotros. Os empujamos sutilmente, sin forzar nada, para que podáis creer que todo es posible, que el amor triunfará y que es solo una cuestión de tiempo.

No os derrumbéis, mis pequeños, no flojeéis, sin vosotros los ejércitos de la luz se verán mermados y la sombra habrá ganado antes de luchar. El miedo es su mejor arma: mental, tranquila, silenciosa, fácil y falsa. No os dejéis vencer. Ganaremos, pues el bien siempre triunfa. Solo tenéis que llevar vuestra concentración a todo el amor y la belleza que subyace en todo lo que os rodea y en lo que ya sois. Solo tenéis que elegir pensar en avance y no en retroceso, en vida y no en muerte, en salud y no en enfermedad, o entonces el mal habrá vencido.

Contáis con miles de ángeles del Padre cuya misión es sostener la energía del amor en la Tierra como quien sostiene el mundo delicadamente en las manos. Mantened la fe y sostendréis el mundo.

Sois asistidos y amados por días sin fin.

Arcángel Miguel, el guerrero.

(Comparte respetando el texto y al canal Amada Selina)

Imagen de ImaArtist
ACEPTAR, EL ÚNICO CAMINO

ACEPTAR, EL ÚNICO CAMINO

Cuando alguien está muy acostumbrado a intentar entender las cosas a nivel mental, se empeña en encontrar soluciones comprensibles o inteligibles. Sin embargo, la mayoría de las cosas que ocurren en nuestra vida o a nuestro alrededor tienen una razón de ser a pesar de que nosotros no podamos conocerla o entenderla. Es muy sencillo. Todo ocurre por algo, pero casi nunca podemos saber la verdadera razón por la que ocurre, de modo que colocamos la causa en nuestros ancestros, en el destino o en el karma, entre otros posibles orígenes de lo que sucede.

Sé, por experiencia, que tener conocimientos y formación puede ayudarnos a comprender partes de la realidad y tener la capacidad de canalizar aumenta la comprensión de los acontecimientos, pero ni lo uno ni lo otro nos darán la clave completa. El ser humano es un ser complejo. En mi opinión, cada ser humano es una energía que se convierte en materia para realizar viajes temporales (cada una de nuestras existencias o vidas). Cada uno de nosotros tiene parcelas de información según lo que ha vivido en sus existencias previas y según interpreta lo que vive en el momento presente. A esto le sumamos la carga invisible e inconsciente de los mensajes no expresados y las creencias ocultas de nuestros ancestros, que nos legan inconscientemente sus miedos y sus sueños. Sin ir más lejos, solo con esto es complicado conocer la causa profunda de lo que nos ocurre en la vida presente y de lo que creemos o sentimos, no digamos ya, de lo que otros piensan, creen o sienten.

Hecha esta larga introducción y basándome en todo el trabajo personal que hago desde muy joven, os diré que, en mi opinión, lo único que aporta cierta calma a la mente es la aceptación. No importa si practicamos Ho’ponopono o si rezamos el rosario, lo que importa es que nuestros recursos nos conduzcan a la paz interior, y no conozco otro remedio que aceptar las cosas como son. ¿Es fácil? No. Si fuera fácil nadie tendría tantos problemas y yo no escribiría sobre esto. ¿Por qué lo digo? Porque justo ayer escuché esta frase canalizada: Aceptar puede que no ayude a vuestra economía, pero al menos no tendréis ruina y preocupación, solo uno de de estos problemas, no dos.

Los Guías y Maestros espirituales, los ángeles, nos ayudan a luchar por lo que queremos sin sufrimiento. ¿Cómo erradicar el sufrimiento? Aceptando las cosas como son, que es lo difícil. Para muchos de nosotros es más fácil luchar por algo o contra algo que dejarlo estar. Sin embargo, mirar las cosas como son y decir: Sí, así son, es la llave de la felicidad.

Mira ahora alguno de tus problemas. Míralo de frente y aunque te haga sufrir, piensa: “Sí a todo como es”. Observa cómo te relajas. El problema no ha cambiado, solo ha dejado de provocarte tanto dolor. En otras palabras, es cierto que hay problemas, y a veces muy graves, pero también es cierto que podemos verlos como dramas irresolubles o como oportunidades de crecimiento. Lo repito, no es fácil, especialmente para las personas cabezotas, para las que tiene mucho ego o para las mentes muy reflexivas e inquisitivas. Todo tiene una razón pero no siempre es una razón comprensible, me dijo un día Axel, así que lo que nos falta no es inteligencia o conocimiento, sino realismo: las cosas son como son.

No aceptarlas es poco inteligente y muy doloroso. La mente nos lo vende como si aceptar fuera una actitud cobarde y arremeter contra los obstáculos fuese el comportamiento digno de un guerrero, pero no es así. El que lucha contra una pared se hará daño, y esto no es de ser inteligente ni espiritual, es de ser imbécil.

A lo que vamos, ¿cómo eliminar el sufrimiento? Hay muchos caminos: dejar de alimentarlo, parar de hablar de ello, enfocarse en lo positivo, confiar en que es para nuestra evolución y que nos hará más fuertes, quitarle la carga dramática que la mente añade por ego… Y a todo eso, añadimos la aceptación.

Pero esto es solo mi opinión, así que pediré a los Guías y otros seres de luz que nos hablen un poco sobre esto. Os lo transcribo tal y como lo recibo.

ACEPTAR es mirar de frente, sin provocación ni lucha, sin claudicar y bajar la cabeza. No es dejar a un lado y evitar la realidad, al contrario, es tomarla en las manos y mecerla como a un niño. La realidad también necesita ser querida y atendida para poder abrirse como una flor y mostrar sus secretos. ¿Quieres saber lo que ocurre? Ponte de frente con humildad, de igual a igual, y observa con amor cada hecho y a cada persona, de modo que puedan susurrarte su secreto, la verdadera razón por la que están ahí, en tu vida y por la que son así, tal y como son.

¿Qué oculta esta dificultad? Mírala con amor, mécela con ternura y te dirá qué regalo tiene para ti.

¿Por qué me duele el comportamiento de alguien? Si lo miras desde el corazón y no desde la cabeza verás que el dolor puede disiparse y desvanecerse llevándote a ti mismo/a, mostrándote qué te ocurre a ti para que su actitud te duela a ti. Como ves, cada acto, cada palabra, cada suceso esconde una lección para tu alma. Mira la vida como un estudiante, siempre alerta, siempre atento de aprobar la lección que le toca. Olvida la meta futura que desea tu mente, pues por más que la pienses no lograrás acercarla. Solo el trabajo diario en ti te acercará a tus metas más elevadas. Mirar a tu alrededor con amor te mostrará obras de arte donde otros ven desorden, podrás ver belleza en tu interior si no pones palabras, juicios y etiquetas a los acontecimientos o a las personas. Cada uno de ellos es ahora tu maestro, ¿puedes ver el dolor como un enseñante magnífico que prueba tu paciencia y tu tenacidad? ¿No te hace más fuerte lo que te contraría? ¿No es acaso lo difícil lo que te reta y saca de ti una fortaleza insospechada?

Cree en ti, acéptate también como tú eres. Mira cada defecto como parte de una obra original que distingue a cada alma. Tu huella personal está hecha de éxitos y fracasos, de aciertos y errores, de humildad y de soberbia, de caminar y parar. Tú estás hecho/a de decisiones, de incongruencias y búsquedas, lo mismo que un cuadro tiene pinceladas y pinceladas, unas sobre otras, tapando los errores y mostrando el mejor trazo posible en el momento de ser pintado. Asume el tiempo. El tiempo es la medida humana de los procesos mentales, los cambios físicos y la evolución emocional de todos vosotros. El tiempo es imparable y a la vez, intangible. Pasa, pero no puede tocarse. Es inexorable, por lo que luchar contra el tiempo es imposible, lo que sí podéis hacer es aprovecharlo. Nada más. Vivir cada segundo con total consciencia, con presencia, ya que la presencia deviene del alma, no de la mente.

Cuando miráis desde Dios, todo es más fácilmente aceptable. La realidad entra en el corazón a través de los ojos y se envuelve en flores y en cuidados, pues así es como dios mira todas las cosas. Este gesto detiene la actividad mental que suele inflamarse de ego y acudir a la rabia a buscar fuerzas aliadas. Pero con Dios, no puede ocurrir esto. es como si la mente y dios fueran excluyentes, por eso poner amor excluye el dolor, verlo todo con fe, aceptación y humildad te acerca a Dios, y por lo tanto a la verdad, es decir, que te alejarás sin esfuerzo del sufrimiento añadido por la mente.
Aceptar es una capacidad del corazón propia de las grandes almas. No dudes, tú eres energía y todo está hecho de energía, cuanto más aceptas menos ocasiones de guerra y confrontación.

LA DUDA Y LA FE

LA DUDA Y LA FE

Hoy quise consultar sobre la duda y la fe. ¿Qué es cada cosa? ¿Por qué dudamos los humanos? ¿Por qué tenemos o no tenemos fe? Pero ¿dónde se buscan estas respuestas? El ser humano no es solo humano y por eso tenemos la suerte de acceder a una sabiduría inmensa, ilimitada, que parece invisible o inalcanzable, pero que en realidad está dentro de nosotros.

Me relajé, bastante, he de decir. Para acceder a cierto conocimiento antiguo e intangible, y por lo tanto, no demostrable, necesité un tiempo y un espacio en soledad para alejarme de la mente y poder alcanzar el saber que está más allá del conocimiento intelectual. Tuve que estar un rato en silencio apartando a manotazos las ideas que se basan en lo que sé porque lo he leído o estudiado, lo que sé por experiencia y lo que sé porque otros me lo han contado. Una vez que pude separar el intelecto lo suficiente, sin tener que pedirlo vi aparecer delante de mí (aunque estaba con los ojos cerrados) una nebulosa abstracta, amorfa, que se iba transformando en una figura más reconocible. Era una mujer de rasgos orientales, con el cabello recogido, vestida de telas que parecían moverse en el aire a pesar de no haber viento alguno, y que parecía querer decirme algo. Yo sabía quién era (o eso creía), pero preferí que se presentara para hacer mis preguntas sin el mínimo prejuicio o expectativa.

Pareció que hubiera leído mi pensamiento y la figura de nebulosa exclamó: Soy Kwan Yin, estoy al servicio de la humanidad. Y antes de que pudiera hacerle mis preguntas comenzó a hablar. Aquí lo transcribo literalmente por si os ayuda en estos momentos.

Yo, Kwan Yin, ayudo a los humanos en su camino de comprensión y de perfeccionamiento de su energía, pues sois más energía que carne, aunque lo habéis olvidado, la mayoría. Si vieseis que sois como los grandes maestros del cielo, algunos de los cuales caminaron sobre la Tierra, no tendrías duda pues sabrías que, en el fondo, en lo auténtico, no existe la dualidad sino la unidad. Los miedos humanos generan la falsa sensación de división y de ruptura hasta que vuestras propias experiencias os demuestran una y otra vez que no existe tal división y volvéis al pensamiento de unidad y comunión con todo. Mientras ese largo camino se transita, cada humano tendrá en su vida miles de posibilidades para enfrentarse con la dualidad, con los extremos, y tendrá que elegir una y mil veces para llegar, de nuevo, a la claridad de que todo lo que existe es uno.

Sé que el miedo y el dolor generan la duda, y sé que, ante la duda, solo buscáis certidumbre o seguridad, no verdades. No queréis la verdad, sino la seguridad de que estáis en el camino correcto, pero ¿no veis que si estáis en el corazón solo hay un camino y la dualidad muere? ¿No veis que estando en amor todas las decisiones quedan claras como el día y elegir es fácil? Lo difícil es seleccionar unas ideas u otras cuando solo estáis en la mente, ya que la misma mente las divide en “buenas” o “malas”. Pero si lo miráis con el corazón la respuesta emana desde el corazón de la Tierra y se muestra ante vuestros ojos, y entonces la decisión es acertada y el diablo que representan la indecisión, la inseguridad o el miedo, se esfuma, pues no es real. Solo es real la idea mental de que las cosas son opuestas, pero los opuestos unidos dan la unidad, como sumar 1 y restar 1 dará siempre 0.

La neutralidad y la sabiduría no están por lo tanto en el conocimiento intelectual o en el estudio de las cosas sino en ir al propio corazón, ya que en el centro del chakra cardíaco o cuarto centro se halla la llave que contiene todas las respuestas. Por tanto, ¿dónde está la fe? La fe reside en el corazón del hombre, pero este anda perdido buscándola en la cabeza y allí no podrá encontrarla. Podrá entender la fe, explicarla o delimitarla, pero no podrá tenerla pues no se agarra con la cabeza sino con el lugar que siente, el corazón.

En los momentos de tribulación e incertidumbre, cuando estéis perdidos, ahorraos el esfuerzo de dar palos de ciego buscando fuera las respuestas para vuestra vida. Dejad a un lado la necesidad legítima de apoyo y sostenimiento que otros pueden daros, pero que siempre será parcial, temporal y a veces, interesada. Volved, en cambio, a vuestro pecho. Cerrad los ojos y colocad ambas manos en el pecho, donde de está vuestro corazón físico, en el centro del esternón y un poco hacia la izquierda. Ahí, conectad con el mundo invisible, eterno e infinito que realmente es este órgano vital. Entonces se abrirán las puertas de un hermoso lugar, con un templo o un edificio sagrado, y dentro de él, una sala acorazada de la que cada uno tiene su propia llave. Que cada uno de vosotros piense en la clave para acceder… la puerta se abrirá. Ahí se halla la sabiduría en forma de energía que responde las preguntas, aclara las dudas y borra la incertidumbre antes incluso de que podáis pronunciar una sola palabra. Las dudas son resueltas a nivel del alma, muy por encima del plano mental que utiliza la palabra y el conocimiento. La duda se disipa ante la fuerza arrolladora, innegable e imparable de la fe, y aunque no podéis explicar cómo, simplemente lo sabéis todo. Ese es el lugar donde están las respuestas. O mejor dicho, ese es el espacio sagrado donde se retiran los velos y tu alma se funde con Dios, y en ese lugar ya no existen las preguntas.

Kwan Yin canalizada por Amada Selina. Comparte respetando el texto e indicando el canal.

LEER ES DE GUAPAS

LEER ES DE GUAPAS

Hola, de nuevo.
Hace poco, en mi directo en mi canal YouTube y en la entrevista de Antonio Salazar, presentador y conferenciante, en www.ondasyradios2000.com, hice alusión a varios libros de otros autores.

Para evitar errores en la transcripción o en los títulos, os los dejo aquí. Deseo que podamos sacar el lado bueno de esta etapa tan crítica y que aprovechemos nuestro tiempo para formarnos, leer o estudiar Registros Akáshicos en Escuela de Luz online conmigo, claro.

Buen día lleno de fuerza y ánimo, la luz está ganando.